Es muy común que como mamá de un niño con discapacidad, te preguntes varias cosas, y sobre todo sobrecargues tu mente de ellas.
¿Encontraré vacante este 2025 para mi hijo? ,¿seguirá cubriéndome la obra social? ¿Cómo lo tratará la maestra integradora? o ¿los profesionales ? Y ni mencionar sobre el transporte y toda la burocracia que hay en torno a la discapacidad. En la Palabra de Dios nos encontramos con la historia de un hombre que vivió una situación extrema al enterarse que su ciudad había sido destruida y desolada, sus muros derribados cual castillo de papel; (v3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.)
Este hombre era Nehemías, en el capítulo uno de este libro vemos como él recibe esa noticia difícil que entristece su corazón, que lo quebranta, que lo derrotó por completo. Pero él no se quedó solo llorando sino que oró ( v1 Aconteció en el mes de Quisleu), cuatro meses rogando y clamando al Señor presentando ayuno, poniendo su rostro en tierra.
Quizá te encuentres pasando por un proceso de idas y corridas, entrevistas por acá, por allá, llenando papeles, buscando formularios, etc. Pero en el capítulo dos vemos la Grandeza de Dios en todas estas adversidades, y la oración tiene respuesta (v2 Sucedió en el mes de Nisán) porque el Señor nuestro Dios es Poderoso para sostenerte en todas estas cargas y sobrecargas que rodean tu vida mamá.
El Señor le responde, leamos (v4 Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides?) y Nehemias realiza su pedido, entonces el Rey le concede ir a ver a sus hermanos y poder reconstruir las murallas y el templo. Y no sólo eso, sino que le dio cartas para que los gobernadores de otras provincias lo dejaran pasar sin problemas. Entonces esto nos muestra que el Señor escucha, hace su voluntad, usa a otros para bendecirnos y abre caminos para que todo obre para bien para vos y tu hijo/a con discapacidad. Pero Nehemias confiaba en el Señor y puso su mirada en Él, entonces te hago esta hermosa invitación, a poner tus cargas y trámites tediosos en manos del Señor y que con paciencia corras esta carrera de la Fe.
Dios te bendiga.
Mariana Ibarra.
Trabajadora Social.
Muy bueno