Desde niña fui educada en el camino de Dios, entre Escuelas dominicales y servicio en la Iglesia, si bien era habitual escuchar sobre “Ir y predicar el evangelio” nunca lo había entendido seriamente hasta que Dios me envió a mí.
Jesús fue claro cuando le dio la gran comisión a sus discípulos, la orden fue directa: “vayan, hagan discípulos, bauticen, enseñen…” (San Mateo 28:10-20), y esa misma comisión sigue vigente, y más que nunca HOY.
Pero la pregunta es si hemos entendido que la gran comisión Jesús nos la encomienda a vos y a mí. Hace algunos años atrás, desde mi profesión, el Señor me puso frente un campo misionero que jamás estuvo en mi mente, en mi ignorancia creía que ese tipo de llamado era para aquellos que viajaban a África, por dar un ejemplo, pero Dios me impulsó a alcanzar una comunidad que me era familiar: la comunidad sorda.
Como docente de sordos mi función la limité a actividades del aula, procesos de enseñanza y aprendizajes, y todo lo relacionada a lo escolar, hasta que Dios rompió esos límites, “extendió las estacas de mis tiendas” y me llevó a ver a esa comunidad como una prioridad para que la luz de su Palabra se manifestará en sus vidas.
En uno de mis primeros viajes hacia un pueblo que queda a 170km de mi domicilio, al llegar me encontré con que ese día era feriado por ser día del patrono del pueblo, por lo tanto no habría clases. Con una gran decepción, esperé el siguiente colectivo para regresar a mi casa, y mientras esperaba, la indignación por la desconsideración de quienes debían haberme comunicado ese “detalle” me invadió de tal manera que no podía dejar de llorar pensando que no valía la pena tanto esfuerzo de dejar a mis hijos pequeños por más de doce horas todos los días, entre otros miles de pensamientos que llenaban mi mente.
Fue entonces que le dije al Señor: “Padre, esto no tiene ningún sentido, algo más debe haber para mí en estos viajes, qué es, Señor?”. A partir de ese día, cada viaje era una nueva expectativa, el encuentro con los sordos, conocer sus necesidades, fue abriendo camino a la oportunidad de compartir el mensaje de Jesús.
Que una persona pueda conocer de Cristo es el desafío de cada día al despertar, pero pensar en que la comunidad sorda sea alumbrada y encuentren en Cristo la satisfacción del alma, es un desafío aún mayor.
Si hace diez años atrás me hubieran preguntado dónde me vería en los siguientes años, les puedo asegurar que jamás hubiera acertado la respuesta; porque cada día confirmo lo que su Palabra nos dice: “mis caminos no son vuestros caminos, ni mis pensamientos vuestros pensamientos”. Dios realmente obra de formas asombrosas, lo que desea es que nuestro corazón sea moldeable, dócil y obediente a su voluntad; si hoy te estás preguntando a quiénes tenés que alcanzar con el mensaje de salvación, no dudes de la voz de Dios, no temas emprender “el viaje” que sea necesario, porque detrás de lo que hagas en lo cotidiano, el Señor siempre nos presenta una oportunidad, un desafío, una persona o comunidad no alcanzada. Por eso es importante prepararnos, asirnos de todas las herramientas posibles, hoy la tecnología ha sido una gran ayuda para extender el Reino de Dios, pero no descuidemos el valor de la compañía, el estar para el otro durante los procesos de cambios, son elementos irreemplazables.
Específicamente para trabajar en el campo de la comunidad sorda es fundamental el conocimiento y manejo de Lengua de Señas, es la lengua por la que reciben toda la información de lo que ocurre a su alrededor, es a través de su lengua que comprenden, aprenden, se identifican y se desarrollan. Tal como los oyentes lo hacemos, en nuestro caso, con la lengua española.
Dios me ha sorprendido con su obrar en personas sordas que han conocido a Cristo, es maravilloso ver cómo sus vidas cobran otro sentido, ya que muchos de ellos han crecido aislados de sus familias y en soledad, debido a que la comunicación ha sido limitada o nula, conflictos emocionales y psicológicos, que a la vista de otros ya no tenían solución, Dios se encargó de manifestar su libertad y salvación. ¡Él es Dios de imposibles!
Ahora te invito a que hagas un repaso en tu mente: tu profesión, lugar de trabajo, de estudio, tu familia, amigos, etc. Ahora pensá con qué herramientas contás, y cuáles necesitarías para alcanzarlas, Dios no espera que estemos listos y completos, Él es el que llama, el que capacita y perfecciona a sus hijos, sólo necesita que haya corazones que digan: “Heme aquí, sin límites”.
Vanina Giménez
Vanina Giménez es esposa y mamá de tres hijos. Pastorea junto a su esposo en Ministerio C.E.M.P de la ciudad de Santo Tomé- Santa Fe. Es Directora de Escuela Bilingüe para niños Sordos N°1305 “Nils Eber”. Forma parte de la RED INTEGRADORA DE SBA y junto a otros profesionales, voluntarios, especializados en el trabajo con personas con discapacidad dona su tiempo y conocimiento para servir a la iglesia Cristo.