Sin dudas este es un dilema que se nos puede presentar; se trata de una situación compleja y a la vez dinámica. Debemos responder con honestidad: ¿está bien que un niño con discapacidad se quede en una clase de edad inferior a la que le corresponde?
Comencemos pensando desde qué perspectiva lo decidiremos… ¿Lo hacemos por sus propias capacidades o por las nuestras, como maestros y adultos a cargo de un grupo de niñas y niños? ¿Consideramos que en esa clase contará con una mejor enseñanza, o solo preferimos dejarlo allí ya que, al estar orientada a una edad menor, se trata de una clase más dinámica (pensando… “que no se aburra”)?
En base a nuestra intención, podremos comenzar a trabajar.
Todos los niños y niñas con discapacidad son diferentes; cada uno transita su propio recorrido particular. Algunos reciben estimulación y tratamientos terapéuticos que les ayudan luego a compartir actividades con niños de su edad, ya que su discapacidad no los limita. Quizá requiera que el docente a cargo diseñe clases en las cuales pueda desarrollarse y aprender junto a sus compañeros, sin quedar relegado. En cambio hay otros nenes que necesitan más atención y/o ayuda por su condición. En aquellos casos en que la edad mental no coincide con la edad biológica, sería conveniente abordar una inserción con niños más pequeños, y siempre que sea posible junto a alguien que lo acompañe de forma personal.
Respondamos ahora la segunda pregunta: Si no puede integrarse con niños y niñas de su edad, ¿qué hacemos?
Es muy importante que nuestra decisión no esté condicionada por su discapacidad, sino por sus potencialidades. Esto requiere conocerlo bien, saber cuál es su diagnóstico y cómo fue su recorrido de vida. Es preciso tomar tiempo para dialogar con su familia y que ellos nos cuenten cómo se organizan en casa, si asiste a la escuela, si hace tratamientos terapéuticos, etc. Tal como lo hace un investigador, nos enfocaremos en descubrir su condición particular, en estudiar y aprender de su historia. Esto implica también contactar a aquellos profesionales que ya lo conocen.
Si no logra integrarse con los pares de su edad, podemos probar en otras clases, en otros horarios, con otras edades o con otros maestros. Pero debemos ser sumamente respetuosos de su deseo y sus sensaciones. Cuando se sienta incómodo, hemos de revisar la situación que pudo haber causado dicha incomodidad. Cuando presente una actitud violenta –hacia otros o hacia sí mismo– es importante que luego de recobrar el control hagamos una revisión para detectar la causa del estallido. Siempre encontraremos alguna cuestión que desencadenó esa respuesta emocional; y así se podrá evitar a futuro.
LOS MAESTROS Y ADULTOS RESPONSABLES PODEMOS:
- Evitar el temor a la integración de un niño o niña con discapacidad.
- Evitar decidir en base a cómo se verán afectados los demás niños por su compañero con discapacidad
- Evitar la resonancia de aquellas familias que, quizás por falta de información, proyectan un idealismo impropio.
- Recordar que los niños son excelentes integradores: su plasticidad les permite adaptarse a estas situaciones y hacer de ellas un aprendizaje duradero.
- Sostener el encuadre de la clase: marcar los tiempos pautados: inicio, juegos, canciones, enseñanza, arte, expresión corporal, finalización
- Disponemos de muchas maneras de aprender y recurrir a espacios de formación.
- Agotar todas las posibilidades: pensar, cambiar si fuera necesario nuestra forma de enseñar, diseñar otras actividades, etc.
- Animarnos a didácticas distintas, pensadas especialmente para él o ella.
- Buscar ayuda e introducirnos en el “mundo de la discapacidad” para encontrar la potencia y las capacidades que tiene.
- Planificar un inserción en otra clase; pero no desde la perspectiva del maestro o adulto a cargo (por falta de capacidad o herramientas oportunas)
La causa por la cual insertamos a niños y niñas con pares de menor edad, debería ser que sus propias capacidades y condiciones así lo requieren. Siempre obrando conscientemente y de manera muy respetuosa, consensuando con maestros y familias, sabiendo que el nene recibirá una mejor enseñanza bíblica, y respetando sus tiempos. Siempre con mucho amor.
La palabra de Dios es viva, es eficaz… ¡y es para todos! No la limitemos por nuestras propias ideas limitantes. Permitámosle llegar hasta lo más profundo de los nenes y confiemos en la obra maravillosa y perfecta de Dios.
¡Ánimo en tu labor!
A tu disposición.
Ana Bajinay
Ana Bajinay, forma parte de la RED INTEGRADORA DE SBA y junto a otros profesionales, voluntarios, especializados en el trabajo con personas con discapacidad dona su tiempo y conocimiento para servir a la iglesia Cristo.
Contacto: anabajinay@hotmail.com