Dios es tan bueno, su gracia es infinita y para siempre. Todos tenemos un propósito en esta vida y somos privilegiados por eso. No nos podemos escapar de sus planes.
Como dice su palabra, no nos va a dejar hasta que cumpla lo que diseñó para cada uno.

Me llamo Natalia. Conocí a Dios a temprana edad, amaba oír a las seños de la escuelita contar historias de la biblia, y me dije que de más grande yo también quería hacerlo. Y así fue, pero, un día todo cambió.

Laura, mi dulce Laura estaba en mi clase, ella es sorda. Teníamos una cercanía tan grande que nos comunicábamos muy bien, pero a la hora de transmitir la lección bíblica yo en el fondo sabía que no se la estaba transmitiendo a ella, simplemente porque no sabía cómo.

Con 15 años entendí que el día de mañana quería dedicar mis días a aprender sobre discapacidad. Llegó el momento de elegir una carrera y emprender vuelo, estaba más que segura de lo que estaba eligiendo para mi futuro: Profesora en Educación Especial. No me olvidaba de lo que un día sintió mi corazón al no poder comunicarme de manera correcta con mi Laura. Así fue como comencé mi camino, el cual se puso difícil muchas veces. Los años fueron pasando y crecí día a día en esta profesión que tanto amo. Pero, más allá de eso, en mí vida no estaba latente mi propósito, ese que un día Dios me puso en el corazón, no era mi motor para continuar este camino.

Mi vida estaba siendo hermosa, un trabajo en el cual aprendía muchísimo y me edificaba día a día, planes hermosos para mi futuro, se podría decir que no me podía quejar. Pero… ¿cumplía mi propósito? Y no, hoy puedo entender que no. Nunca se trato de mí, sino de Él, siempre se trata de lo que Él tiene pensado para nuestras vidas. Y cuando no vamos en esa dirección, nada puede salir bien. Resulta que no todo era color de rosas, un día mi vida dio un giro de 180 °, pero no fue cualquier giro, fue de esos que nos dejan completamente rotos, esas heridas que solo Dios puede curar, en donde solo podemos encontrar restauración en sus brazos. Fue así como muy pacientemente, con amor y promesas Él me recordó para qué me pensó realmente, me hizo saber que no solo era una profesión y un trabajo en el cual debía cumplir. Si bien mi amor por lo que hacía era enorme, Él quería más de mí, tenía planes más altos, los cuales ni yo puedo imaginar aún. Pero, como “el que invita paga”, así se encargó de abrir puertas, de abrir mis ojos, mi corazón y mostrarme todo lo que hay por hacer. Y me siento maravillada al conocer un poco más sobre discapacidad.

Comencé a entender que es una “comunidad” que no está siendo alcanzada por el mensaje de salvación. Afirmé que como sociedad aún nos queda un enorme camino por recorrer, aprender y accionar en cuanto a la inclusión. Y declaré que como iglesia, seremos puente para que familias lleguen a conocer sobre Jesús. Pero, también que la iglesia conozca sobre discapacidad. Es un gran desafío, si. Mucho por hacer, pero lo importante es comenzar, abrir esas puertas que permanecen cerradas, hablar de esos temas los cuales nadie habla. Simplemente por no saber, no tener información.

Hoy te invito a que recuerdes lo que un día Dios puso en tú corazón, que desempolves promesas. Fuiste creado con un propósito, nos podremos olvidar, dejar pasar el tiempo, pero llega un día en el que nos golpean la puerta y no tenemos más opción que abrir. Porque es una invitación a cumplir una verdad en nuestras vidas. Mi verdad era que la iglesia y sociedad se amiguen con la inclusión y así lograr que familias y personas con discapacidad conozcan del amor de Jesús. No te olvides que Él no te va a dejar hasta que no haya hecho lo que te dijo. Cuando nos encaminamos en sus planes, miramos para atrás y entendemos porque un día tuvimos que ser rotos.

¿Queres que te cuente todo lo que aprendí sobre discapacidad? Te aseguro que tu manera de ver al mundo cambia.

Pero para eso, te invito a que me leas en la próxima.


Natalia Cassano

Natalia Casano tiene 29 años, nació en la ciudad de General La Madrid, vivió allí con mis papás y hermanos. A los 19 años se mudó a la ciudad de Bahía Blanca, para su formación profesional. Es Profesora en Educación Especial con orientación en Discapacidad Intelectual y Discapacidad Neuromotora. Acompañante terapéutica. Actualmente está finalizando el Profesorado en Educación Primaria. Trabaja en dos escuelas. Durante varios años sirvió en el ministerio de niñez. Actualmente es voluntaria en una ONG “Centro La Misión” y participa en el programa “Escuela para familias”.

“AMO MUCHO MI PROFESIÓN, Y MI ANHELO ES PODER SERVIR A DIOS CUMPLIENDO MI PROPÓSITO EN EL ÁREA DE DISCAPACIDAD.”

Forma parte de la RED INTEGRADORA DE SBA y junto a otros profesionales, voluntarios, especializados en el trabajo con personas con discapacidad dona su tiempo y conocimiento para servir a la iglesia Cristo.