IDENTIDAD
La identidad es la conciencia que una persona tiene respecto de sí misma y que la convierte en alguien distinto a los demás.
En varias ocasiones me encuentro con la siguiente pregunta: “Si alguien es discapacitado ¿cómo debo llamarlo?” A lo que yo respondo: “POR EL NOMBRE”. 
Nuestra identidad es lo que nos define, es un proceso por el que transitamos a medida que crecemos. Gran parte de nuestra identidad proviene desde el día que nuestra familia elige cuál será el nombre con el que nos identificarán durante nuestra vida.  Pero, alguien ya tenía todo planeado de antemano, desde antes de nuestro nacimiento, ese nombre que nos eligieron ya estaba en los planes de Dios. Nada de lo que Él pensó es malo, todo es para nuestro bien y tiene un propósito con cada uno de nosotros. Si ¡ES MARAVILLOSO! 
Hasta acá todo bien, pero ¿qué pasa cuando nos cruzamos con lo “diferente”? ¿qué pasa con ese otro que no es como yo y tampoco encaja en la sociedad? ¿Los planes de Dios pasan a tener errores? ¿Dejan de ser para nuestro bien? NO, claro que no. Y acá es cuando yo digo que tenemos que cambiar el lente con el que miramos, cambiar las palabras incorrectas que utilizamos y cambiar las acciones que nos limitan. ¿A qué me refiero? A no centrarnos en lo que vemos a simple vista, porque todos tenemos características diferentes y no por eso nos gusta que nos clasifiquen por nuestro aspecto. Lo mismo pasa con la discapacidad, no hay una guía de palabras claves para referirnos a alguien, simplemente por el hecho de tener un nombre que nos identifica. 
Por otro lado, la discapacidad en una persona es simplemente una condición, la cual puede ser transitoria o permanente, pero no debería ser lo que nos condicione para poder desarrollarnos plenamente en la sociedad. Lamentablemente hoy en día lo que incapacita a una persona es el entorno social. No poder participar libremente de determinadas actividades por no contar con las adaptaciones necesarias, no poder comunicarse de manera fluida ya que no todos pueden entender, no conseguir una inclusión sin barreras ya que la sociedad continúa manteniendo al margen a la discapacidad. 
¿Estamos haciendo algo para cambiar esta realidad? Déjame decirte que nos corresponde, que como parte de esta sociedad también es tu responsabilidad y la mía que la segregación deje de pisar fuerte. 
Seamos como Jesús, miremos con sus ojos. Esos ojos de amor que siempre podían detectar la necesidad en el otro, ese corazón que amaba a los más débiles. Seamos puentes de contención para las familias que necesitan compañía en este proceso, seamos palabras dulces y amables, seamos una mirada de esperanza. Las familias en las que hay un miembro con discapacidad necesitan de nosotros, necesitan conocer de Dios, y no por la persona, al contrario, sino porque necesitan un refugio que no encuentran en la sociedad, que no encuentran en las miradas que discriminan, en los desprecios. 
Día a día podemos marcar la diferencia, podemos reflejar a un Dios que hizo todo perfecto, que pensó en cada uno de nosotros de una manera especial, y esto es así con TODOS.
PALABRAS O FRASES QUE NO DEBO UTILIZAR: 

DISCAPACITADO/A.                                                                                                                        LA/EL AUTISTA”                                                                                                                                    “LA/EL DOWN”                                                                                                                                    “TIENE PROBLEMITAS”                                                                                                                      “ES ENFERMITO/A” 


RECORDÁ QUE:
Todos tenemos un nombre por el cual debemos ser llamados.                                                      El autismo o los síndromes NO son nombres, simplemente son diagnósticos.                          Todos tenemos problemas, nuestra condición no nos define.
Te invito a ser parte de una iglesia integradora. Pero principalmente, mostremos la identidad que tenemos en Jesús, quien nos salvó. 


“Nosotros somos hechura suya; hemos sido creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que vivamos de acuerdo con ellas.”  Efesios 2:10 


Natalia Cassano

Natalia Cassano tiene 29 años, nació en la ciudad de General La Madrid, vivió allí con mis papás y hermanos. A los 19 años se mudó a la ciudad de Bahía Blanca, para su formación profesional. Es Profesora en Educación Especial con orientación en Discapacidad Intelectual y Discapacidad Neuromotora. Acompañante terapéutica. Actualmente está finalizando el Profesorado en Educación Primaria. Trabaja en dos escuelas.          Durante varios años sirvió en el ministerio de niñez. Actualmente es voluntaria en una ONG “Centro La Misión” y participa en el programa “Escuela para familias”. 

“AMO MUCHO MI PROFESIÓN, Y MI ANHELO ES PODER SERVIR A DIOS CUMPLIENDO MI PROPÓSITO EN EL ÁREA DE DISCAPACIDAD.”

Forma parte de la RED INTEGRADORA DE SBA y junto a otros profesionales, voluntarios, especializados en el trabajo con personas con discapacidad dona su tiempo y conocimiento para servir a la iglesia Cristo.